Son compuestos fenólicos con una alta capacidad antioxidante presentes en la mayoría de las plantas, especialmente en frutas y hortalizas. Son pigmentos que, en su forma pura, son responsables de los diferentes colores de las flores, estas características han sido aprovechadas en la industria de procesamiento alimentos, en la manufacturación de en la manufacturación de cosméticos, en la generación de pigmentos e igualmente en la industria farmacéutica.
Los flavonoides tienen la capacidad de aumentar la coloración de las hojas y las flores y a mayor coloración en hojas y flores, mayor concentración de flavonoides y compuestos polifenólicos. De esta manera son fácilmente detectables para cualquier persona; el rojo intenso, el púrpura o las tonalidades oscuras suelen ser un indicio del contenido en isoflavonas, chalconas, flavonoles y antocianinas.
Más no solo los encontramos en flores, frutas y verduras, también se
encuentran en las hojas tal como nos lo cuenta el Dr. Markus Strauus en su obra
“El Poder de la Naturaleza”: Los flavonoides también son abundantes en las
hojas de numerosas plantas como el espino blanco, la vara de oro y el abedul,
pero en estos casos están camuflados para nuestros ojos por el verde las hojas.
El sistema inmunitario está sólidamente apoyado en su labor debido a los
efectos antioxidantes y antibióticos de los flavonoides. Además, tienen un
efecto protector sobre los capilares y estimulan la circulación sanguínea[1].
HISTORIA: “Los
primeros flavonoides fueron aislados e identificados en 1936 por Albert
Szent-Györgyi, M.D., Ph.D., bioquímico Húngaro, quien ganó el premio Nóbel por su
descubrimiento de la vitamina C. Szent-Györgyi descubrió que los flavonoides
mejoran la función de la vitamina C, aumentando su absorción y protegiéndola de
la oxidación. En principio se les asignó el nombre de vitamina P debido a que
este grupo de nutrientes mejoran la permeabilidad de los capilares. A pesar de esto,
los flavonoides no cumplen los requerimientos para ser considerados vitaminas ya que no son nutrientes
esenciales que induzcan a síndromes de deficiencia y que se curen administrando
la dosis de la sustancia en cuestión, por lo tanto, el Comité de Nomenclatura Bioquímica
de la Sociedad Americana de Químicos
Biológicos y el Instituto Americano de Nutrición recomendaron en 1950 que se
eliminara el término “vitamina P” y se adoptara el término flavonoides[2]”.
Gracias
a estas investigaciones, su importancia como antioxidante natural ha ganado
relevancia en las dietas alimenticias, en la prevención de enfermedades cardiovasculares
y en algunos tipos de cáncer.
[1]
El poder de la naturaleza. Dr.
Markus Strauss. Editorial Planeta, 2021.
[2]
https://revistaingenieria.univalle.edu.co/index.php/ingenieria_y_competitividad/article/view/2280/3030